Ingenuidades de emprendedores
En muchas ocasiones, asesorando a emprendedores en la puesta en marcha de sus empresas, me he encontrado algunas "ingenuidades", en la mayor parte fruto de la inexperiencia, que se repiten con frecuencia. Señalo sólo algunas:
1. Montar la empresa en "ratos libres": ésta es una de las más graves. Cualquier reto, mucho más el de emprendedor, exige poner toda la carne en el asador. Diríamos que 24 horas al día, 7 días a la semana. Quien crea que se puede construir algo sólido picoteando en fines de semana o durante un par de horas al día no va por buen camino. Una empresa exige conocer el mercado, los clientes, los precios, la competencia... y conocerlos al dedillo. Hay que estar permanentemente "focus on business".
2. Optimismo exagerado: todo el mundo cuando pone en marcha una empresa piensa que va a ganar dinero (si no, no lo montaría), y en la mayoría de las ocasiones, mucho. Una cierta "ceguera" es necesaria, pero la realidad demuestra que pocas veces las cosas marchan mejor que lo que uno había previsto. Como decía James O´toole: "En los negocios, el 99% de las sorpresas son negativas".
3. Confundir "ideas" con "negocios": lo importante no es tener buenas ideas (quien más quien menos tiene algunos proyectos en mente interesantes) sino convertirlas en rentables. Creer que una buena idea se vende sola sólo ocurre excepcionalmente. En el resto de los casos hay que bregar mucho para convencer a la gente e ir teniendo poco a poco visibilidad. La orientación comercial es esencial y la paciencia también. Como apunta Fernández Aguado, "pocos negocios se resuelven con un vini, vidi, forravi".
4. Buenos amigos, buenos socios: entre compañeros de viaje empresariales, es importante que haya "química" pero no necesariamente "amistad"; incluso, a veces, ésta puede ser perjudicial para los negocios porque la experiencia demuestra que muchas veces hay que tener cierta frialdad para tomar decisiones, mientras que en la amistad suelen predominar los sentimientos.
5. Amor idílico: las relaciones entre socios, antes o después, pasan por momentos complicados, y ello no es debido a nada grave, sino simplemente a diferentes formas de percibir y enfocar los negocios. En la mayor parte de las ocasiones, los enfrentamientos aparecen cuando el dinero empieza a llegar a las arcas de la empresa porque es entonces cuando empiezan las comparaciones de "quien aporta qué y cuánto". Cuando no se gana un euro no hay nada por lo que luchar. No hay que "idealizar" a la gente; todos tenemos aristas que hay que limar.
6. No tener ninguna diferencia: la mayor parte de las veces suelo preguntar a los emprendedores la siguiente cuestión: ¿qué tienes tú que los demás no tienen? Y si dudan, algo no funciona. La diferenciación (en contactos, localización estratégica, acceso a financiación privilegiado...) es la regla número uno para emprender algo. El éxito, como decía Porter, no está en ser los mejores sino en ser diferentes.
7. No aprender de la experiencia: habitualmente cuando un emprendedor "fracasa" habitualmente no suele querer oír volver hablar de montar nada y prefiere alternativas más seguras. Aunque toda decisión es respetable, a ser emprendedor se aprende siendo emprendedor. Ser emprensario es como la vida misma, una cuestión de pegar tiros. Rara vez el primer negocio que uno crea suele funcionar, sino que sirve más bien de sparring para ulteriores desafíos. La vida es un caer, levantarse, vuelta a caer y relevantarse de nuevo. Como decía Oscar Wilde: "El éxito es una cuestión de perseverar cuando los demás ya han renunciado". El "efecto experiencia" suele acabar dando sus frutos.
1. Montar la empresa en "ratos libres": ésta es una de las más graves. Cualquier reto, mucho más el de emprendedor, exige poner toda la carne en el asador. Diríamos que 24 horas al día, 7 días a la semana. Quien crea que se puede construir algo sólido picoteando en fines de semana o durante un par de horas al día no va por buen camino. Una empresa exige conocer el mercado, los clientes, los precios, la competencia... y conocerlos al dedillo. Hay que estar permanentemente "focus on business".
2. Optimismo exagerado: todo el mundo cuando pone en marcha una empresa piensa que va a ganar dinero (si no, no lo montaría), y en la mayoría de las ocasiones, mucho. Una cierta "ceguera" es necesaria, pero la realidad demuestra que pocas veces las cosas marchan mejor que lo que uno había previsto. Como decía James O´toole: "En los negocios, el 99% de las sorpresas son negativas".
3. Confundir "ideas" con "negocios": lo importante no es tener buenas ideas (quien más quien menos tiene algunos proyectos en mente interesantes) sino convertirlas en rentables. Creer que una buena idea se vende sola sólo ocurre excepcionalmente. En el resto de los casos hay que bregar mucho para convencer a la gente e ir teniendo poco a poco visibilidad. La orientación comercial es esencial y la paciencia también. Como apunta Fernández Aguado, "pocos negocios se resuelven con un vini, vidi, forravi".
4. Buenos amigos, buenos socios: entre compañeros de viaje empresariales, es importante que haya "química" pero no necesariamente "amistad"; incluso, a veces, ésta puede ser perjudicial para los negocios porque la experiencia demuestra que muchas veces hay que tener cierta frialdad para tomar decisiones, mientras que en la amistad suelen predominar los sentimientos.
5. Amor idílico: las relaciones entre socios, antes o después, pasan por momentos complicados, y ello no es debido a nada grave, sino simplemente a diferentes formas de percibir y enfocar los negocios. En la mayor parte de las ocasiones, los enfrentamientos aparecen cuando el dinero empieza a llegar a las arcas de la empresa porque es entonces cuando empiezan las comparaciones de "quien aporta qué y cuánto". Cuando no se gana un euro no hay nada por lo que luchar. No hay que "idealizar" a la gente; todos tenemos aristas que hay que limar.
6. No tener ninguna diferencia: la mayor parte de las veces suelo preguntar a los emprendedores la siguiente cuestión: ¿qué tienes tú que los demás no tienen? Y si dudan, algo no funciona. La diferenciación (en contactos, localización estratégica, acceso a financiación privilegiado...) es la regla número uno para emprender algo. El éxito, como decía Porter, no está en ser los mejores sino en ser diferentes.
7. No aprender de la experiencia: habitualmente cuando un emprendedor "fracasa" habitualmente no suele querer oír volver hablar de montar nada y prefiere alternativas más seguras. Aunque toda decisión es respetable, a ser emprendedor se aprende siendo emprendedor. Ser emprensario es como la vida misma, una cuestión de pegar tiros. Rara vez el primer negocio que uno crea suele funcionar, sino que sirve más bien de sparring para ulteriores desafíos. La vida es un caer, levantarse, vuelta a caer y relevantarse de nuevo. Como decía Oscar Wilde: "El éxito es una cuestión de perseverar cuando los demás ya han renunciado". El "efecto experiencia" suele acabar dando sus frutos.