Crear riqueza o ser funcionario
Desde estas líneas quiero romper una lanza por la figura del emprendedor y voy a hacerlo por contraste. En España lo primero que hace alguien que acaba sus estudios es mirar las oposiciones a las que puede presentarse. En EEUU lo primero que se hace es tratar de crear una empresa.
El hombre hecho a sí mismo, el prohombre de la comunidad… son algunas de las formas bajo las que se conoce a quien ha conseguido el llamado sueño americano: levantar un negocio de la nada y crear puestos de trabajo en tu pueblo o ciudad. Incluso los funcionarios están mal vistos porque se trata de personas que han renunciado al sueño americano y que se conforman con un sueldo fijo para toda la vida. En España también los funcionarios están mal vistos pero por razones diferentes.
Eficiencia aparte (dejemos los críticas por una vez que para eso no llegaría todo el papel del mundo) se les envidia porque disfrutan de estabilidad laboral y sueldos superiores a los que se cobran en los sectores privados por desempeños similares. Muchas personas invierten varios años de su vida en repasar un temario y esperar por una bolita mágica, por no hablar de los enchufes. ¿Y todo para qué? Para cobrar lo mismo toda la vida con independencia de lo que hagas. El sistema económico socialista acabó por convertir a la antigua Unión Soviética en un país de funcionarios: todos los meses se cobraba lo mismo con independencia de lo que se hiciera. Así le fue.
El experimento fue interesante (imaginemos que llega a funcionar) pero al final se hizo bueno aquello de que el hombre es un lobo para el hombre (Hobbes). Mientras el 5% de la población se enriquecía en puestos vinculados a la política, el 95% de la población restante se empobrecía. Y entre tanto, viva el socialismo, la revolución y la lucha contra el enemigo capitalista (el enemigo siempre está fuera, no va a ser la culpa del que está dentro). Pan y circo para el pueblo, ya se lo sabían los romanos.
Pero me estoy desviando del tema. Cuando era estudiante, bastante malo por cierto, cometí dos errores: primero, estudiar empresariales. Todo el mundo decía que había que ser práctico estudiando una carrera polivalente que te hiciera válido para múltiples puestos de trabajo en detrimento de lo que te gustaba (aquí tenéis a un frustado historiador o músico). Segundo error, estudiar una oposición.
El primer error, vale, a fin de cuentas uno puede montar una empresa relacionado con algo que le guste, pero el segundo no me lo perdono. Ojalá supiera entonces lo que sé ahora.