Como decía la semana pasada, lo peor de la crisis financiera puede estar por detrás pero todavía no hemos visto los efectos de la misma por lo que no creo que hayamos visto los mínimos en bolsa.
En esta línea, antes de ayer, el Financial Times publicó un muy interesante artículo de Stephen Roach –cenizo oficial de Morgan Stanley, mucho tiempo estratega jefe y ahora desterrado a Asía-. (Inciso: ¿si el management de Morgan hubiera hecho caso del escenario apocalíptico que describía desde hace años –lo admito, quizá demasiados- hubiera asumido los riesgos que parece que ha asumido tan alegremente? ¿por qué hoy en día el modelo de los bancos inversión -fundamentalmente pero no sólo- fomenta los jeromens (un recuerdo para este pobre desgraciado), los Princes, O'Neals, y entierra los pepitos grillos? La respuesta de la primera pregunta es obvia y la de la segunda creo que da cancha suficiente para un libro)
Pero a lo que iba, en este artículo, Roach señala cinco efectos secundarios (after-shocks) que van a perdurar incluso cuando los bancos empiecen a levantar cabeza.
Primero y principal, el que se va a producir en la economía real. Fundamentalmente en Estados Unidos donde al estrangulamiento que está sufriendo el consumidor americano desde hace ya algún tiempo como consecuencia de la crisis inmobiliaria y financiera hay que sumarle el impacto que va a tener el fuerte deterioro del empleo. Esto, como no puede ser de otra forma, se tiene que trasladar a los resultados de las empresas no financieras del S&P 500 y por lo tanto a su comportamiento. El ejemplo más claro lo vimos la semana pasada con la publicación de General Electric, empresa americana que es un muy buen termómetro de la situación de la economía real americana. ¿Les suena de algo la canción? A mi sí: probablemente si lo hubiera intentado el analista americano no habría hecho una descripción más clara del cuadro español.
Segundo, impactos retardados en la economía global. Los efectos beneficiosos de la globalización en las economías emergentes en general y en las asiáticas en particular en época de bonanza son de todos conocidos. Ahora que el ciclo empresarial se va a dar la vuelta, los emergentes van a tener que encontrar a alguien que sustituya al consumidor americano. Tampoco cree en el decoupling, lástima. Creo recordar que Latinoamérica sigue estando entre los países emergentes.
Tercero, las financieras van a tener que hacer frente a los efectos clásicos de una recesión: caída de la demanda –es decir menores ingresos- y repuntes de morosidad no sólo del inmobiliario que también, sino de las empresas. Por cierto, ¿recuerdan a qué ritmo vienen creciendo los bancos españoles en créditos a pymes los en los últimos años? Pues no lo miren se les puede cortar la digestión.
Cuarto, el impacto en las "commodities", -¡la única burbuja que resiste la embestida!-. Con la economía mundial creciendo muy por debajo del 5% al que nos tenía acostumbrado, es muy probable, y pese al desajuste entre la oferta y la demanda que alimenta la teoría del superciclo, que petróleo y comodities en general terminen por ajustar. Esto también afecta mucho a las economías Latinoamericanas, tampoco pasó hace tanto.
Quinto, la crisis va a provocar, no sin razón, un endurecimiento de la regulación fundamentalmente en las empresas financieras. A mi me parece lógico: no tiene sentido que los bancos hayan capitalizado los beneficios en los años buenos y ahora que las cosas se han torcido, socialicen las pérdidas. Fue bonito mientras duró sobretodo para algunos.
Las bolsas en los últimos días parecen haberse tomado un respiro con la posibilidad de que los peor de la crisis financiera esté por detrás. Pero no se confunda, lo peor de la crisis financiera puede estar por detrás pero la tormenta ya se ha desatado, esto no hay quien lo pare. Y recuerden el refrán, no hay clara buena.
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Publicado por Vredondof para FINANZAS el 4/21/2008 05:04:00 PM